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Un cabo suelto
Dirección: Daniel Hendler
País de producción: Argentina – UruguayHay películas que funcionan como un pequeño desvío en el camino: te sacan de la ruta habitual, te sorprenden con su humor inesperado y te dejan con una sonrisa cómplice. Un cabo suelto, de Daniel Hendler, es exactamente eso. La vi en el Festival de Cine Latinoamericano de St. Gallen, donde la sala terminó aplaudiendo con ganas, celebrando esa mezcla tan rioplatense de comedia, torpeza y ternura.
Es muy importante conocer los significados del título, los juegos de palabras son un hilo conductor.
La historia arranca cuando un cabo de la policía argentina presencia un hecho claramente corrupto dentro de su propio cuerpo. No quiere convertirse en héroe ni en mártir: solo quiere que lo dejen en paz. Así que cruza la frontera hacia Uruguay para empezar de cero, mientras los dos policías corruptos —más ridículos y desesperados que temibles— deciden perseguirlo para asegurarse de que no hable.
Lo maravilloso es que, aunque la trama podría haber sido un drama policial, Hendler la convierte en una comedia ligera, inteligente y llena de silencios elocuentes. Sí: silencios. La película tiene pocos diálogos, y eso, lejos de restarle, la vuelve ideal para quienes estudian español. Las escenas se entienden por los gestos, los ritmos, los objetos… es ese tipo de cine donde el lenguaje visual lleva la delantera. Perfecto para alumnos que necesitan ganar confianza sin perderse entre frases rápidas o jerga policial ininteligible.
Además, tuve la suerte de conocer en persona a Daniel Elías, uno de los actores. Cercano, simpático, muy de “la vuelta de la esquina”. Es inevitable ver su actuación con más cariño después de escucharlo hablar con tanta sencillez sobre el trabajo y sobre el humor de la película.
Un cabo suelto es un viaje corto, divertido y muy humano. No busca grandes revelaciones, sino acompañarte a través de personajes que, entre torpezas y huidas, solo quieren resolver sus propios enredos. Es el tipo de película que te deja pensando que, a veces, escapar también puede ser una forma de buscarse.
Una comedia fronteriza, no se olviden de este adjetivo, honesta y perfecta para aprender español sin sufrir. Y sí: en St. Gallen se ganó cada aplauso.
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